De izquierda a derecha, Jennifer Hawkins, Directora Ejecutiva de ONE|NB, con Lexus Fernandez y Evan Delpeche, de Soulitafabricantes de jabones, mascarillas secas, aceites esenciales y mantecas corporales, así como la directora general de Social Enterprise Greenhouse, Kelly Ramírez, en la inauguración, el 3 de junio de 2021, de nuestro centro de apoyo a las empresas locales en 222 Manton Ave.
Lexus Fernandez, que empezó a vender productos naturales para la curación tras sufrir un aneurisma cerebral hace tres años, aparece, junto con su socio Evan Delpeche, en este artículo del Providence Monthly. Fernández abrió recientemente un almacén en Olneyville y asistió al inauguración de nuestro Centro de Apoyo Empresarial en 222 Manton Ave.
Por Allie Lewis
Mensual de Providence
31 de agosto de 2021
Hace tres años, Lexus Fernández acababa de terminar su segundo año en la Universidad Roger Williams -estudiaba Ciencias Políticas y Artes Visuales- y tenía grandes planes para el verano y el futuro. Por aquel entonces, crear una marca de productos para el cuidado de la piel no estaba entre sus planes, como tampoco lo estaba volver a aprender a utilizar el lado izquierdo de su cerebro.
A los 20 años, sin previo aviso, Fernández sufrió un importante aneurisma cerebral que le arrebató sus habilidades lingüísticas y matemáticas, y dañó su sentido del tiempo y su memoria. "Me quitó muchas cosas", dice Fernández, incluida su capacidad para volver a estudiar o conservar su trabajo.
Lo peor de todo es que le quitó la confianza en sí misma. Perdió el pelo y volvió del hospital cubierta de cicatrices y moratones. Cuando por fin pudo volver a ducharse sola, los mismos productos que antes habían nutrido su piel se volvieron contra ella, cubriéndola de erupciones.
Armada con libros de herboristería, aromaterapia y hierbas medicinales, y trabajando en su cocina, Fernández empezó a elaborar jabones y aceites para curar su piel. "Como el aneurisma me inundó el lado izquierdo del cerebro, el derecho -donde vive la creatividad, el arte- se agudizó", dice Fernández, que aprovechó el tiempo que ahora tenía en abundancia para experimentar con ingredientes naturales y obtener productos que hacían maravillas en su piel.
De hecho, sus productos funcionaban tan bien que Fernández quería encontrar la forma de compartirlos con todo el mundo. "No tenía formación empresarial, no tenía patrimonio neto, no tenía dinero", dice Fernández, recordando lo rápido que había visto menguar su cuenta de ahorros en los meses posteriores a su aneurisma cerebral. "Cuando llegó el Año Nuevo, parecía que no tenía nada".